Ich bin ein Berliner
„Yo soy berlinés“, fue la mítica frase con la que sentenció su discurso J.F. Kennedy ante miles de personas en Berlín Oeste allá por el ´63 ya con el telón de acero de fondo.
Yo, tras dos meses y medio, no sé si lo soy o no, pero empiezo a sentirme como tal especialmente cuando vuelo bajo a lomos de mi “nueva” bicicleta blanca (tiene más años que yo) con la que, de paso, he vuelto a ser un niño. Llevaba demasiados veranos sin bici, y con bici un verano vuelve a ser verano por pocos planes de playa que se avisten.
Además de bici, tengo piso y trabajo. Qué cosas!! Tener un trabajo en estos tiempos… (Tengo demasiados amigos sin uno).
El piso, en Kreuzberg, al Oeste, un barrio guapo según parece (aún lo tengo por descrubir, como tantas cosas aquí) y el restaurante italiano en el que han tenido a bien ofrecerme un “mini job”, al Este.
No sé cómo será para alguien de aquí, pero para mí (guiri españolito) lo de cruzar lo que fue la frontera me extremece un tanto, por más que ya no haya muro y en su lugar quede una simbólica línea adoquinada en el suelo a modo de cicatriz.
Lo que tiene trabajar pocas horas a la semana y tener menos amigos a mano, es que de repente uno se encuentra con que dispone de tiempo (era el primer objetivo, de hecho).
Tiempo para poder leer con estricta regularidad, tiempo para poder escuchar música sin tener que hacer algo más a la vez y tiempo, sobre todo, para escribir o, al menos, tratar de.
Han llegado unas poquitas canciones, aún por rematar, pero esta vez no creo que se me escapen y eso me pone contento, muy contento, no porque justifique nada, sino porque recompensa de alguna manera los momentos menos buenos que conllevan estas aventuras (que haberlos haylos).
Y esto es todo más o menos. Seguimos ahí! Con más ganas que nunca de (sobre) vivir cantando. Y no porque crea que lo haga mejor o peor sino porque no creo que este mundo necesite ni se merezca tener un camarero tan, tan, tan malo como yo. Ja!
Se os quiere y se os extraña.
Besos y abrazos!!!