El chaval que casi conoció a Leopoldo María Panero
Hace unos días, en el concierto de Nacho Vegas en La Riviera, me acordé del día en el que yo casi conocí al poeta Leopoldo María Panero.
Os lo voy a contar y así me aseguro de no olvidarlo, que ya voy teniendo una edad.
Fue en Córdoba, en el marco del festival Cosmopoética que aquel año 2012 dirigía mi amigo Joaquín Pérez Azaústre, era un sábado y yo iba a actuar por la tarde en el Teatro Góngora.
El caso es que a medio día nos llevaron a comer a un restaurante a un buen grupo de personas que participábamos en el festival. Y una de esas personas era Leopoldo María Panero. Él no entró en el restaurante, se ve que como fumaba sin descanso le pusieron una mesa fuera donde se sentó con una mujer, que creo que era su cuidadora, y con el cantautor Javier Álvarez.
Al pasar por su lado escuché al poeta decir algo así como “Las Canarias son unas islas infectas”. No sé porque se me quedó esa frase en la memoria.
Yo comí dentro, salmorejo y rabo de toro, que al parecer es lo típico de allí, muy bien acompañado en una mesa con Patxi Andión, Pablo Guerrero y otras personas a las que no recuerdo. También estaba Lene.
Al acabar de comer salimos del restaurante y nos dirigimos todo el grupo a un autocar que nos iba a llevar al hotel. En ese corto trayecto volví a ver a Leopoldo María Panero, que muy tranquilamente se bajo los pantalones y se puso a mear un seto.
Ya sentado en el autocar, le vi subir con cierta dificultad, y a la que enfiló el pasillo del autocar se tropezó y calló un poco sobre mí (qué honor el mío, pensé). Fue ese el momento en el que le pude haber saludado, o decirle que me encantaban sus poemas, o haberle invitado a mi concierto de aquella tarde, o simplemente estrecharle la mano en la que minutos antes tuvo su pene… Pero no le dije nada y él me miró pero no me vio, así que oficialmente no le conocí.